La península de Yucatán es una meseta llana de piedra caliza con una serranía pequeña o pu’uk que intenta cruzarla diagonalmente aunque ésta muy pronto pierde altura. El suelo es rocoso, ofrece poca tierra para el cultivo y tiene pocos lagos, arroyos o ríos. Está cubierta de un bosque de maleza que gradualmente se convierte en selva hacia el sureste.
Los mayas de Yucatán prosperaron en este medio ambiente y sus ciudades llegaron a su apogeo entre 800-1000 d.C. Aunque abandonaron algunos sitios, a la llegada de los españoles los mayas seguían viviendo en sus ciudades y practicando su religión. En 1562, fray Diego de Landa destruyó cinco mil ídolos y quemó veintisiete rollos jeroglíficos en el Auto de fe de Maní. Landa escribió: “Hallámosles gran número de libros con estas sus letras (escritura maya), y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena”. Los mayas vieron quemarse dos mil años de su cultura. Landa, quien más tarde llegara a ser obispo de Yucatán, afirmó que España llevó a los mayas “justicia y cristiandad, y la paz en la que ellos viven”. No obstante, los españoles trajeron enfermedades a la que los indios americanos no tenían resistencia; las primeras epidemias acabaron de la tercera parte a la mitad de los indígenas de Mesoamérica. Murieron de cólera, malaria, sarampión, peste, sífilis, viruela, tuberculosis y tifoidea. Murieron también a mano de los soldados españoles, de la persecución religiosa y por abusar de ellos como esclavos. Al finalizar el primer siglo de dominio español en México, la población indígena se había reducido casi al noventa por ciento.
Los mayas de Yucatán prosperaron en este medio ambiente y sus ciudades llegaron a su apogeo entre 800-1000 d.C. Aunque abandonaron algunos sitios, a la llegada de los españoles los mayas seguían viviendo en sus ciudades y practicando su religión. En 1562, fray Diego de Landa destruyó cinco mil ídolos y quemó veintisiete rollos jeroglíficos en el Auto de fe de Maní. Landa escribió: “Hallámosles gran número de libros con estas sus letras (escritura maya), y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena”. Los mayas vieron quemarse dos mil años de su cultura. Landa, quien más tarde llegara a ser obispo de Yucatán, afirmó que España llevó a los mayas “justicia y cristiandad, y la paz en la que ellos viven”. No obstante, los españoles trajeron enfermedades a la que los indios americanos no tenían resistencia; las primeras epidemias acabaron de la tercera parte a la mitad de los indígenas de Mesoamérica. Murieron de cólera, malaria, sarampión, peste, sífilis, viruela, tuberculosis y tifoidea. Murieron también a mano de los soldados españoles, de la persecución religiosa y por abusar de ellos como esclavos. Al finalizar el primer siglo de dominio español en México, la población indígena se había reducido casi al noventa por ciento.